De La Tribuna de Toledo
Durán: «Defensa no tiene dinero para traer este Museo a Toledo»
El presidente de la Asociación de Amigos del Museo del Ejército asegura que si se abre el nuevo museo se «estarán secuestrando 28.000 piezas, dado que el Alcázar sólo acogerá 5.000 de las 33.000 que componen la colección
José Fulgencio Durán Moreno acudirá en septiembre a la Unesco para intentar frenar el traslado del museo a Toledo y la separación de sus fondos, más de 33.000 piezas.
«El Ministerio de Defensa no tiene presupuesto ni para el carburante de sus camiones. ¿Cómo va a poder financiar el traslado de las piezas del Museo del Ejército desde Madrid? Hablan de inauguración para finales de 2007 y no hay todavía planificación del traslado, ni seguro de las piezas, ni nada de nada». José Fulgencio Durán Moreno, presidente y fundador de la Asociación de Amigos del Museo del Ejército de Madrid -un colectivo que comenzó su andadura hace una década, cuando se iniciaron las operaciones para trasladar el museo castrense al Alcázar de Toledo-, asegura que en septiembre reanudará sus conversaciones con la Unesco para intentar frenar unas obras, «bárbaras y ridículas, que contravienen la normativa internacional y la Ley de Patrimonio».
La Asociación, que presentó el pasado 15 de marzo un contencioso administrativo ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid solicitando la suspensión del traslado de las piezas, pretende aportar miles de páginas y fotografías de las obras con el fin de que el Museo del Ejército no abandone la capital de España, en donde permanece desde 1803. Durán asegura contar con el apoyo de las Reales Academias, el Musée de l'Armée francés y varios altos mandos del Ejército español, entre ellos un ex jefe de Estado Mayor como el general Pardo de Santayana. Además, asegura que el ex alcalde de la Ciudad Imperial, José Manuel Molina, «no sólo fue quien me propuso acudir a la Unesco como medida de presión, sino que se comprometió personalmente a sacar a la calle a la ciudadanía si alguien tocaba una sola pieza del Museo del Asedio», colección franquista que, con el nuevo plan museográfico, Durán asegura dejará de existir.
«Si llegan a abrir el nuevo museo estarán secuestrando además alrededor de 28.000 piezas, dado que el Alcázar sólo acogerá 5.000 de las 33.000 que componen los fondos totales del Museo del Ejército». El presidente de la Asociación de Amigos -quien asegura haber recibido esta información del director del Instituto de Historia y Cultura Militar, general de división Luis Javier Sánchez Noailles- teme que el nuevo centro se convierta en una simple galería fotográfica. «¿Quiere que le diga qué sucederá con los miles de piezas restantes? Que serán almacenadas o repartidas y los madrileños y todos los españoles habremos perdido el que está considerado por los especialistas el mejor museo del mundo dedicado a la historia militar, especialmente en lo que se refiere al campo de la artillería». La Asociación cree que sucederá como con la Tizona del Cid -emblema del colectivo-, que el Marqués de Falces retiró de los fondos del Museo del Ejército «porque no veía las cosas claras».
Para su presidente, «Defensa no sabe todavía a lo que se enfrenta con este traslado». José Fulgencio Durán explica que las piezas de mayores dimensiones que aún se encuentran en el Palacio del Buen Retiro, como la espléndida colección de cañones, se encuentran expresamente cimentadas para que el suelo soporte su enorme peso.
«No quiero ni pensar lo que sucederá en el edificio cuando se produzca ese movimiento; el Buen Retiro posee una estructura muy deficitaria, eso se sabe... ¿Por qué creen que el director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, no lo quiere ni aunque se lo regalen?».
Así las cosas, diez años después de iniciarse el proceso de traslado tras un órdago del entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, la Asociación de Amigos del Museo del Ejército de Madrid aún cree posible que «se imponga la cordura» y la capital de España recupere esta institución. «Nosotros sólo pedimos que permanezca en Madrid y se barajen otras alternativas para Toledo, porque hay suficientes fondos para los dos».
Diez años. Las obras de remodelación del Alcázar de Toledo como futuro Museo del Ejército han visto ocupar la cartera de Defensa a cuatro ministros de distinto perfil político a lo largo de los últimos diez años: Eduardo Serra, Federico Trillo, José Bono y José Antonio Alonso. También trajeron consigo, en Madrid, la creación de la Asociación de Amigos del Museo del Ejército, fundada y presidida desde un primer momento por José Fulgencio Durán Moreno, ex piloto militar de la Milicia Aérea Universitaria.
Ni José María Álvarez del Manzano, entonces alcalde de Madrid, ni la presidenta de la Comunidad Autónoma, Esperanza Aguirre, ambos del Partido Popular, fueron capaces de soportar el envite.
Críticas de asociaciones militares, vecinales y políticas -incluido el ex alcalde socialista Juan Barranco, quien acusó con ironía a Álvarez del Manzano de que en Madrid no iba a quedar «ni el caballo de Espartero ni las cosas que le cuelgan» por la mala gestión de su sucesor- que aún están muy lejos de concluir.
A la polémica por la construcción de un nuevo edificio junto al monumento -por lo demás, constantemente reconstruido a lo largo de sus últimos cinco siglos de historia-, según el proyecto de Fernández-Longoria y Hernández Gil, se sumó hace años el malestar de un nutrido grupo de toledanos por la falta de control arqueológico durante las obras. «El general Peñaranda, entonces director del Instituto de Historia y Cultura Militar, metió directamente un bulldozer en la excavación porque decía que allí no habían aparecido restos de ninguna clase», puntualiza el presidente de los Amigos del Museo. A casi cinco meses de que concluya 2007, fecha simbólica de finalización de las obras, todo indica que hará falta más de una de estas máquinas para ganar la batalla definitiva por el Alcázar de Toledo.
Las declaraciones
«Sólo pedimos que el Museo permanezca en Madrid y se barajen otras alternativas para Toledo, porque hay fondos suficientes para los dos»
«Si el traslado se produce, tanto los madrileños como el resto de los españoles habremos perdido el mejor museo militar del mundo»
«El general Peñaranda, que dirigía el Instituto de Historia y Cultura Militar, metió un bulldozer en las excavaciones arqueológicas del Alcázar»
«Están hablando ya de inaugurar el nuevo Museo del Ejército a finales del año 2007 cuando todavía no hay planificación del traslado, ni seguro de las piezas, ni nada de nada»
Otros intentos
Primo de Rivera. El dictador Miguel Primo de Rivera intentó trasladar el Museo del Ejército al Alcázar de Toledo (por aquel entonces, Academia de Infantería) en 1929. La operación no tuvo éxito y su sucesor, el general Dámaso Berenguer, ordenó el regreso de las piezas a Madrid en 1930, poco antes de que fuera proclamada la Segunda República Española. Parte de los fondos trasladados sufrió las consecuencias, hecho que ha llevado a declarar al presidente de la Asociación de Amigos del Museo del Ejército de Madrid, José Fulgencio Durán, que «todo traslado de fondos, en el argot museístico, puede perjudicar tanto como un pequeño incendio».
Francisco Franco. También en 1965 el general Francisco Franco decidió trasladar la institución castrense por medio de un decreto que no tuvo finalmente aplicación práctica, probablemente por problemas económicos. Durante la Dictadura franquista se produjo un intento de traslado similar al del Museo del Ejército con el Museo Naval de Madrid, que entonces dirigía el contraalmirante y académico Julio Guillén Tato. Al parecer, éste llegó a espetar al entonces ministro almirante Moreno que el centro abandonaría la capital «por encima de su cadáver».
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