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Luces y sombras en la senda
J. MONROY / TOLEDO
Una de las quejas más reiteradas a lo largo de la legislatura en la Junta de Distrito del Casco ha sido la relativa al estado de la Senda Ecológica. Los vecinos han denunciado una y otra vez el abandono, la suciedad, la falta de iluminación o las baldosas rotas. Durante los últimos quince días, se ha iniciado una campaña de limpieza y adecuación, pero tras tanto tiempo sin cuidados, siguen existiendo luces y sombras en el espacio.
Lo primero que llama la atención al acceder a la Senda desde las carreras de San Sebastián es que se han repuesto las losetas perdidas en el muro, una reivindicación vecinal de hace años. Pero sigue habiendo pintadas. Además, se han quitado piedras junto al pretil para meter los cables de la luz y no se ha tapado el hueco.
Desde allí se observa todavía unos rodaderos superpoblados de hierba, que pueden suponer un peligro de cara a los calores del verano. De momento, la limpieza y desbroce iniciados no ha llegado hasta allí.
Una cuadrilla de trabajadores ha comenzado a realizar estos trabajos desde la zona más cercana al embarcadero. Según explica Rosa Fernández Marcote, coordinadora general del Ayuntamiento, lo que se ha abordado primero «ha sido la parte que estaba realmente degradada», pero se va a dar un repaso a todo. Ha su juicio, se ha desbrozado, limpiado, replantado y «se ha hecho una actuación importante».
El recorrido. Más abajo, hay graffitis más grandes, y se conservan algunos de contenido fascista. Continúa cayendo el chorro de agua tantas veces denunciado. Siguen las farolas rotas. Por lo menos, faltan 18, según las apreciaciones de los vecinos de la zona, quienes creen que incluso no hay fluido eléctrico desde el segundo kiosco hasta el final de la senda.
Otra petición reiterada de los vecinos durante estos cuatro años ha sido la adecuación de los kioscos, que estaban abandonados y algunos servían de refugio para ocupas. El Ayuntamiento los ha adecuado como porches, muy utilizados por los paseantes. Pero todavía queda por arreglar sus suelo.
Durante el recorrido existen baldosas levantadas, muy peligrosas para los muchos caminantes o corredores que por allí pasan a diario. En las zonas verdes, en la zona más cercana al embarcadero, se mezclan los cables al aire de farolas desaparecidas con árboles recién plantados y plantas estropeadas. Más adelante, la maleza llega incluso a la altura de una persona. Poco a poco, a medida que el caminante se acerca a San Martín, el camino se estrecha, casi comido por las plantas. Otro detalle del descuido de esa zona es el estado del pequeño puente de madera que existe, que tiene parte de sus protecciones en el agua.
La Tribuna de Toledo. 21-5-2007